
No puede gustarme nada que no me destruya un poco me gustaría que alguien me oriente en la diferencia entre amar lo-fi y éste dolor en el pecho
Que las acuarelas se dilatan, lo entiendo ¿y es que el amor también se dilata a lágrimas? ¿dónde está la fé en el porvenir? ¿va a destruirme? ¿vale la pena destruirse en ésta fé en el porvenir?
Quiero aprender a elegir bien qué quiero que me destruya que me sea leve el dolor de lograr un dibujo obra-maestra semejante a todo el dolor del mundo que no es amor-ruido, amor-caos, sino odio.-
HM
“La hibernación de los animales, la suspensión de la vida practicada por ciertas formas inferiores de vida, la maravillosa vitalidad de la chinche que permanece al acecho incesantemente tras el empapelado de la pared, el trance del yogui, la catalepsia del individuo patológico, la unión del místico con el cosmos, la inmortalidad de la vida celular, todas esas cosas las aprende el artista para despertar al mundo en el momento propicio. El artista pertenece a la raíz X de la raza humana; es el microbio espiritual, por decirlo así, que se transmite de una raíz de la raza a otra. El infortunio no lo aplasta, porque no forma parte del orden de cosas físico, racial. Su aparición coincide siempre con la catástrofe y la disolución; es el ser cíclico que vive en el epiciclo. La experiencia que adquiere nunca la usa para fines personales; está al servicio del objetivo más amplio al que va engranado. No se le escapa nada, por insignificante que sea. Si se ve obligado a interrumpir durante veinticinco años la lectura de un libro, puede proseguir a partir de la página en que se quedó, como si nada hubiera ocurrido en el intervalo. Todo lo que ocurre en el intervalo, que es la «vida» para la mayoría de la gente, es una mera interrupción en su avance. La eternidad de su obra, cuando se expresa, es un mero reflejo del automatismo de la vida en que se ve obligado a permanecer aletargado, un durmiente en la espalda del sueño, en espera de la señal que anuncie el momento del nacimiento. Esa es la cuestión importante, y eso siempre estuvo claro para mí, aun cuando lo negaba. La insatisfacción que le impele a uno de una palabra a otra, de una creación a otra, es simplemente una protesta contra la futilidad del aplazamiento. Cuanto más despierto llega uno a estar, cuanto más se vuelve un microbio artístico, menos deseo tiene de nada. Completamente despierto, todo es justo y no hay necesidad de salir del trance. La acción, tal como se expresa en la creación de una obra de arte, es una concesión al principio automático de la muerte.”
070916 Me levanté pensando en lugares donde pasar la eternidad y pensando si la tranquilidad después de todo es un cáncer aislado en la semilla de un prensado quemada, in-fértil
Pensaba en las personas que dicen buscar la paz y se encuentran en el caos del choque cósmico que claro que sucede entre estrellas lejanas entre ellas y de nosotros Entre cuerpos distantes que se aburrieron de la paz pienso en los movimientos estacionales y rotacionales de los humanos que migran de la llanura a la montaña o de la montaña a la montaña que es el puente de la autopista
De tu cama a la mía o de vos acá adentro como la cama de tu hogar cuando no eras lo que sos ahora cuando antes de conocernos supe que eras mi hogar
Y pienso si de algo sirve la paz o la guerra si no se comparte la dicha de la lucha si cortamos el tránsito por causas en vano o invertimos horas de vida en la muerte que es lo más parecido a nuestra nueva casa
Que no existe como el infinito cuando decís que me amas hasta el infinito o cuando pienso, también en que volver a la montaña o a la montaña del puente de la autopista da igual si estás muerto y no me compartís la dicha de pensar quizá un poquito menos.
Henri Matisse